Aunque soy un gran admirador de su éxito de taquilla de verano de superhéroe/vaquero contra extraterrestres/científico malvado, desprecio absolutamente la tecnología 3D en la que se supone que debo disfrutarlos.
Cuando el 3D regresó por primera vez hace unos años, fue como volver a visitar a un viejo amigo. “¡Bueno, si no es 3D! ¡No te había visto desde ‘El hijo de Sinbad’!
Pero ahora el 3D es ese familiar que viene de visita y no sabe cuándo irse. “Entonces, 3D, mañana será el gran día. Sí, tengo que levantarme temprano. Apuesto a que será un día largo para todos. Bostezo….»
Lo bueno de ser caricaturista es que puedes burlarte de estas cosas de forma pública, aunque más o menos anónima. Después de todo, no quiero herir los sentimientos de 3D. (Solo quiero que el 3D regrese a casa).