En uno de mis trabajos anteriores teníamos tecnología muy antigua. Verde sobre monitores negros, computadoras centrales en la parte trasera y la gigantesca y vieja impresora matricial que, si no lo supieras, sospecharías que de alguna manera funciona con vapor.
Todos los días resollaba y resollaba e imprimia órdenes de compra, cheques y estados de cuenta en abundancia. Y entonces, un día, se detuvo.
Por mucho que me haya quejado de nuestra antigua tecnología en la oficina, debo admitir que me entristecí un poco cuando vi al gigante beige sentado junto al bote de basura. Triste, claro, hasta que me vino a la cabeza esta caricatura.
Estoy seguro de que está en algún vertedero mientras hablamos, pero me gusta pensar en esta caricatura como una última pequeña broma que compartimos.