Solía trabajar para una empresa que fabricaba tornillos. Tornillos grandes, tornillos pequeños, tornillos simples, tornillos complicados, todo tipo de tornillos.
En realidad, fue algo fascinante y aprecio mucho la educación empresarial que obtuve allí. Pero lo único que odié fue el chiste del cliente:
“Simplemente no me jodas con el precio, ¿vale? ¡Ja ja!»
“Supongo que volví a arruinar mi pedido, ¿eh? ¡Ja ja!»
“¡Alguien debe tener un tornillo flojo! ¡Ja ja!»
Sí. Fue terrible.
Así que esta caricatura realmente requirió un examen de conciencia personal antes de aprobarla.